"Volvió el otro hombre, que me había tratado respetuosamente en el interrogatorio, y me dijo: 'usted es un cura idealista, un místico, diría yo, un cura piola; solamente tiene un error, que es haber interpretado demasiado materialmente la doctrina de Cristo. Cristo habla de los pobres de espíritu, y usted hizo una interpretación materialista de eso, y se ha ido a vivir con los materialmente pobres. En la Argentina los pobres de espíritu son los ricos, y usted, en adelante, deberá dedicarse a ayudar más a los ricos, que son los que realmente están necesitados espiritualmente'."
Testimonio de un sacerdote que fue secuestrado por un grupo de tareas,
citado por Felipe Pigna en Clarín
Sin admitir responsabilidades que la Iglesia no tuvo en esos hechos (los sucedidos en la década del '60y '70), debemos reconocer que hubo católicos que justificaron y participaron en la violencia sistemática como modo de "liberación nacional" (...). Por ello es oportuno reiterar lo ya dicho: "Si algún miembro de la Iglesia, cualquiera fuera su condición, hubiera avalado con su recomendación y complicidad algunos de esos hechos, habría actuado bajo su responsabilidad personal, errando o pecando gravemente contra Dios, la humanidad y la conciencia".
(...) Solidarios con nuestro pueblo y con los pecados de todos, imploramos perdón a Dios nuestro Señor por los crímenes cometidos entonces, especialmente por los que tuvieron como protagonistas a hijos de la Iglesia (...) También por todos los que, deformando la enseñanza de Cristo, instigaron a la violencia guerrillera o a la represión inmoral.
(...) No pocos juzgan que los obispos en aquel momento debieron romper toda relación con las autoridades, pensando que tal ruptura hubiera significado un gesto eficaz para lograr la libertad de los detenidos. Sólo Dios conoce lo que hubiera ocurrido de haberse tomado ese camino. Pero, sin lugar a dudas, todo lo hecho no alcanzó para impedir tanto horror.
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