JMJ: el día después

Bueno, ya pasó la jornada...

La transmisión de la misa de clausura fue ¡¡¡todo un éxito!!!
(lo que quiere decir que al menos somos capaces de conectar un par de cables. Eso sí, tenemos que aprender a desactivar el salvapantallas para que no nos corte la transmisión...)
Hubo pochoclo, mates y picada en abundancia, bueno, la picada podría haber sido un touch más amplia que nadie se iba a molestar...


Algunos detalles que notamos en la misa de clausura:

• Parece que la organización del evento no reparó en gastos para la transmisión. Eso se nota principalmente en dos cosas:
• El fotoshop "en vivo y en directo" que le hicieron a Benito (¿no vieron qué divino que estaba? Ni una arruga... ni una ojera...)
• Parece que contrataron a la mismísima virgen María como comentarista de la previa.
  
  
• Estaban todos (los planos aéreos así lo demuestran) pero faltó el latín. ¿No era que el Papa había recomendado el uso del latín para las ceremonias multinacionales? ¿Se acuerdan del lío que se armó en los medios por eso? Y resulta que ahora que tiene la oportunidad, no lo usa... (tampoco usó el castellano durante su homilía, cosa que nos molestó un poquito).
  Igualmente hay una denuncia de que esa cantidad de gente no es representativa por que no fue una convocatoria espontánea. Sería un claro caso de clientelismo espiritual: muchos no habrían ido por adhesión a Benito, sino sólo por el pan y el vino que les prometieron.
  
  
• Si los australianos restaron puntos con el no-uso del latín, sumaron algunos cumpliendo el último de los caprichos (perdón, mandatos) litúrgicos del Papa: los chicos que se confirmaron comulgaron con él ¡de rodillas!
  
  
• Una vez más, las canciones fueron un punto flojo... es muy linda la orquesta, y el gregoriano y eso. Pero en un encuentro de jóvenes, uno esperaría que la liturgia estuviera acorde al público presente, por ejemplo, algo así. Por suerte vinieron los muchachos hawaianos a alegrarnos la noche en la presentación del Evangelio
  
  
• Ya tenemos fecha y lugar para la próxima, así que saquen sus agendas: Madrid 2011*. El lugar garantiza mucha más concurrencia porque todos los europeos están a un tren de distancia. Aunque un obispo dijo por ahí que la cantidad de peregrinos no es un buen índice para medir el éxito de una jornada, cosa en la que estamos de acuerdo. Pero entonces, ¿cómo medir el impacto de la jornada, al menos, en el lugar donde se realizó?
  Por sus frutos: ¿cuánto aumenta la participación en las misas en los meses siguientes? ¿Cuántos bautismos más se realizan? ¿Cuánto crece la participación en parroquias y movimientos? ¿Cuánto aumenta el índice de natalidad a los nueve meses de realizada? (¡UPS! esto último no iba)
  

* ¿Por qué otra vez en Europa? ¿Eh? Ya se había hecho en España en el '89... Si empezamos a repetir, deberíamos empezar en orden, o sea, de nuevo en la Argentina ¿Cuál es la excusa para no hacerla acá? Claro, una JMJ en el tercer mundo no sería una jornada como Dios manda...
¿O será que el campo desestabilizó tanto la región que no saben si para el 2011 seguiremos estando?