La última cena

En nuestro permanente devenir diocesano (sí, NonSancto tiene devenir diocesano) nos vimos incluidos en una fiesta de despedida a un sacerdote de la diócesis, que en realidad no es diocesano.

La fiesta fue sin duda una de las mejores que hayamos visto: luces, Dj, música, comida a la canasta, postre, participaciones sorpresa de las distintas pastorales y... odaliscas. Muchas odaliscas (en realidad, por rigor periodístico deberíamos hablar de odalisquitas, odaliscas y hasta un odalisco).
En fin. Una gran y divertida fiesta que debería servir de modelo para todas las fiestas patronales para poder "mostrar a Cristo en la alegría", como nos dijo una de las organizadoras.

Pero lo que queríamos decir no era eso. Resulta que entre la feligresía de la comunidad en cuestión, también había algunos sacerdotes diocesanos. Había varios, pero entre la oscuridad del salón (iluminado con luces negras y de otros colores al mejor estilo pista de baile) y nuestro desconocimiento de sacerdotes diocesanos, solo pudimos reconocer a 3: R di F (que , aprovechamos para aclarar, no tiene nada que ver con nosotros); M (de "muca") C (de "curia al tun tun") y el Padre Artois.

Lo que queríamos destacar es:

• Curiosamente, la mesa de los sacerdotes (la mesa central) no tenía comida a la canasta...
  
  
• Cuando una feligresa resbaló y cayó al piso al pie de la mesa principal (la de los sacerdotes), ninguno pareció darse cuenta (está bien... estaba oscuro) pero cuando aparecieron las odaliscas, no se perdieron ni el más mínimo detalle (y estaba igual de oscuro).
  
  
• Cuando terminó el show de las odaliscas (las grandes, no las chiquitas), los sacerdotes dieron por terminada la fiesta y se retiraron... lo que es entendible, porque al día siguiente debían madrugar para la misa, ¿no?

Independientemente de los sacerdotes, también queremos destacar que:

• Un grupo de niñas odaliscas bailando alrededor de un sacerdote, tal vez no sea la mejor de las ideas con todo lo que está pasando.
  
  
• Mientras que a las odaliscas se las miraba y no se las tocaba... al odalisco, en cambio, se le puso dinero entre sus ropas, se bailó con él y hasta se sentó en la falda del padre...
  
  
• Cuando ellos se fueron, nosotros nos sentamos en la mesa central a comer y disfrutar el resto de las odaliscas (y al odalisco) en primer plano :D
  
  
• Al final, el padre saliente, entre los agradecimientos a todas las personas y pastorales de su comunidad, nos agradeció a nosotros por nuestra presencia y nos felicitó, en forma indirecta, por nuestra "madurez espiritual" :D

Por todo eso, y todo lo demás, una gran última cena para el padre Milad y todos los que participamos de ella.