Jesús era impotente

Hace unos meses, el Centro Báltico de Arte Contemporáneo de Gateshead, en Gran Bretaña, expuso una serie de obras que levantaron polémica: el artista Terence Koh presentó una muestra que incluye una figura de Cristo pero con el pene erecto.

Esto provocó, por supuesto, la reacción de grupos cristianos que iniciaron una demanda civil contra el artista y reclamaron al centro de arte porque están seguros que la escultura "no tenía otro objetivo que ofender a los cristianos y calumniar a Cristo". Porque todos saben que Jesús, pleno Dios y pleno Hombre, nunca tuvo una erección; ni siquiera durante la pubertad; ni las involuntarias de la infancia, ni al despertarse en las mañanas. Es más algunos grupos cristianos afirman que Jesús directamente no tenía pene... y que crearon los muñequitos Ken a su imagen y semejanza

Porque cuando Jesús "iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia" dejaba de lado el crecimiento hormonal, así él no iba a caer en la tentación de tocarse (¡Qué horror!), o de mirar con ojos lascivos a mujeres o, peor aún, a hombres. Para evitar ese camino de pecado, Dios hizo a su hijo impotente (¿Hijo de tigre?), así, la frase "Dejen que los niños vengan a mí" queda libre de todo guiño de sospecha ya que si a Jesús no se le paraba, no había ninguna intención oculta en esa invitación.

Además, ¿se imaginan a un Jesús púber preguntándole a la siempre virginal María: "¡Maaaa! Mirá como se me hinchó... ¿Qué hago con esto ahora?" ? No, imposible que María se haya visto expuesta a una situación tan sexual...

Por otro lado... si Jesús hubiera tenido erecciones habría sido excelente para ciertas situaciones:

Jesús estaba hablando todavía, cuando llegó Judas, uno de los Doce, acompañado de una multitud con espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta señal: «Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo». Jesús le dijo: «¡¡Hey, Judas!! ¿Por qué el besito no me lo das en essta?» (Mt 26, 47-50 -versión apócrifa-)

Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la multitud que pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Tomando de nuevo la palabra, el gobernador les preguntó: «¿A cuál de los dos quieren que ponga en libertad?». Ellos respondieron: «A Barrabás». Pilato continuó: «¿Y qué haré con Jesús, llamado el Me sías?». Todos respondieron: «¡Que sea crucificado!». Él insistió: «¿Qué mal ha hecho?». Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: «¡Que sea crucificado!». Jesús dijo: «Crucifiquenme esssta si son machos» (Mt 27, 20-23 -versión apócrifa-)

Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?». Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: «El que no tenga pecado, que me agarre essta». (Jn 8, 1-11 -versión apócrifa-)