"Jesús, después de hacer un ayuno durante cuarenta días
y cuarenta noches, al fin sintió hambre" (Mt 4,2)
es el hilo conductor del mensaje de Benito para la Cuaresma 2009
"(...) Podemos preguntarnos qué valor y qué sentido tiene para nosotros, los cristianos, privarnos de algo que en sí mismo sería bueno y útil para nuestro sustento. (...)
La práctica fiel del ayuno contribuye, (...) a dar unidad a la persona, cuerpo y alma, ayudándola a evitar el pecado y a acrecer la intimidad con el Señor.(...)Privarse del alimento material que nutre el cuerpo facilita una disposición interior a escuchar a Cristo y a nutrirse de su palabra de salvación. Con el ayuno y la oración Le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios."
Ya que el Papa dedicó el mensaje cuaresmal para la reflexión del ayuno, consideramos oportuno contarles el origen de esta práctica*.
Todo se remonta a Moisés y el peregrinaje del pueblo judío por el desierto después de salir de Egipto. Como es lógico, pronto sintieron hambre y sed y se produjo este diálogo:
Pueblo Elegido: - Tenemos hambre ¡Danos muchos panes para comer!
Moisés: Sólo hay uno. Compartan y confórmense
Pueblo Elegido: - Tenemos sed ¡Danos muchos bidones de agua!
Moisés: Sólo hay uno. Compartan y confórmense
Pueblo Elegido: - Tenemos hambre y sed ¡Danos muchos Mc Combos con papas y gaseosas grandes!
Moisés: Sólo hay uno. Compartan y confórmense
Como la situación se hacía insostenible (ya los israelitas al grito de ¡Ahí, uno! se tiraban todos juntos encima de cualquier pobre bicho que se les cruzara; fortaleciendo sin darse cuenta el uso de la práctica); Dios se apiadó de ellos y les mando el famoso Maná.
Y al ritmo de
se les hizo más pasajero el deambular por el desierto y llegar a la tierra prometida, donde finalmente pudieron comer hasta saciarse.
* El Papa en su carta da otra serie de referencias sobre el origen y tradición del ayuno pero como esa la conocen todos, preferimos poner esta versión que es menos conocida.
Todo se remonta a Moisés y el peregrinaje del pueblo judío por el desierto después de salir de Egipto. Como es lógico, pronto sintieron hambre y sed y se produjo este diálogo:
Pueblo Elegido: - Tenemos hambre ¡Danos muchos panes para comer!
Moisés: Sólo hay uno. Compartan y confórmense
Pueblo Elegido: - Tenemos sed ¡Danos muchos bidones de agua!
Moisés: Sólo hay uno. Compartan y confórmense
Pueblo Elegido: - Tenemos hambre y sed ¡Danos muchos Mc Combos con papas y gaseosas grandes!
Moisés: Sólo hay uno. Compartan y confórmense
Como la situación se hacía insostenible (ya los israelitas al grito de ¡Ahí, uno! se tiraban todos juntos encima de cualquier pobre bicho que se les cruzara; fortaleciendo sin darse cuenta el uso de la práctica); Dios se apiadó de ellos y les mando el famoso Maná.
Y al ritmo de
se les hizo más pasajero el deambular por el desierto y llegar a la tierra prometida, donde finalmente pudieron comer hasta saciarse.
* El Papa en su carta da otra serie de referencias sobre el origen y tradición del ayuno pero como esa la conocen todos, preferimos poner esta versión que es menos conocida.
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